Oler a pueblo

De aldea en aldea...
5/9/11
José Ángel de Miguel
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Hoy damos cerrojazo a Agosto, un mes en el que de manera particular Soria huele a pueblo, y oler a pueblo son muchas cosas. Olores que poco a poco se van perdiendo y confundiendo con las esencias de la globalización urbanita. Oler a pueblo es oler a macetas regadas que cuelgan de balconadas que provisionalmente esbozan una sonrisa que poco a poco se va difuminando a medida que va llegando la otoñada; oler a pueblo es oler a tormenta y a tierra fuerte y gorda que cada vez menos proporciona el pan de cada día; oler a pueblo es oler a donjuanes de bar que ven como han perdido el tren de su doña Inés; oler a pueblo es oler a copita de vino peleón de luchas perdidas y ninguneadas; hoy, en Soria, oler a pueblo es oler a chanclas y arrugas en la frente, y de fiestas que conservan tradiciones descontextualizadas por sus anacronismos que se han convertido en espectáculos gratuitos. 

 

Dejamos Agosto, el de los candiles y los trasnochos en las aceras, donde las rondas y los pasacalles nos aproximan a tiempos pasados; lugares donde se percibe el olor a zurracapote, ropa planchada, toros , charangas y tela marinera; pueblos donde sigue oliendo a cera, a santos y a vírgenes excesivamente idolatradas con verbenas que se llevan una gran parte de los presupuestos municipales. Y llega Septiembre el del día a día, el de una cuesta excesivamente empinada. Septiembre también es muy festivo en la provincia, pero es muy distinto al Agosto estereotipado: hay muchos menos veraneantes, es más familiar, más de andar por casa. Almazán, San Esteban de Gormaz, Olvega, Deza, Arevalo, Torrearevalo, Tera, Santa Cruz de Yanguas, Agreda…. son muchos de los lugares en donde dan pleitesías a sus patronos. El caso es que Agosto, el del hola y adiós, el del espejismo, cierra sus puertas y con él muchos pueblecitos echan sus trancos volviendo a impregnar de alcanfor sus casas, calles y plazas; un olor que, de momento, intenta evitar el apolillamiento que causa la vuelta a la rutina y que se apodera de esa poderosa y necesaria fragancia que es el olor a pueblo.

 

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