Una de Tributaciones.

De aldea en aldea...
11/9/13
José Ángel de Miguel Pérez
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En el ADN de un ciudadano normal va implícito el recordatorio de la necesidad de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con la capacidad económica que uno crea que tiene y mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad. Toda una declaración de intenciones. Lo de apoquinar al erario público para sostener el gasto público que nos proporciona cierto “ bienestar” no es nuevo, si bien es en estos tiempos donde la cantidad y variedad de instrumentos tributarios potencian una de las enfermedades sociales con más presencia en el ambiente, la Depresión Fiscal.

Antaño, las prácticas tributarias eran bien distintas a las de ahora, sobretodo algunas que tenían lugar en el mundo rural que desde la perspectiva que nos otorga esta pretendida modernidad que nos cubre todas nuestras “  necesidades”, las adjetivaría como auténticas excentricidades. Ejemplos quedan, siendo en el ámbito festivo donde se manifiestan con más fuerza elevándose a la categoría de Tradición. Este fin de semana en la localidad de San Felices se celebraban las fiestas en honor al Santo Cristo del Consuelo. Pues bien, con motivo de las mismas se revivió  la tradición de pesar a los recién nacidos cuyo peso resultante debería tributar a la iglesia en forma de trigo. Así fue y de esta manera se colaboró a mantener una tradición que antaño fue una forma de sostener “ servicios colectivos” y que ahora, si se quiere, se ha convertido en un rito que estimula la memoria colectiva del pueblo, conservando parte del patrimonio inmaterial. Algo similar sucede en Deza, además por estas fechas que también celebra las fiestas del Santo Cristo. En esta caso se pesan a los críos con la cruz del Santo Cristo y la romana debe equilibrarse con su equivalente en trigo y con lo que se recaude se destina en sufragar el coste de uno de los toros que se lidiaran y que posteriormente se comerán en hermandad todos los vecinos. Cierto es, desde un punto de vista pragmático, que estas practicas tributarias, con los índices de natalidad actuales, habrían desencadenado irremediablemente en la ruina de la empresa a sufragar. Vamos, más o menos como ahora.

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