Energúmenos.

De aldea en aldea...
9/10/13
José Ángel de Miguel Pérez.
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Les voy a poner en situación:  pueblo de la provincia; verbena de noche, aproximadamente  las dos de la madrugada ; empieza a jarrear;  los músicos de la orquesta viendo que el escenario hace aguas por todas partes deciden parar de tocar; por otra parte, apenas cuatro gatos están disfrutando del espectáculo y al ver el panorama se refugian en el pórtico de la iglesia los menos y en el bar petado los más; en esto estamos cuando el follonero del pueblo sale del bar a mear a una esquina cercana y observa que no hay música; increpa a los músicos a que toquen y les amenaza  con que no van a cobrar; los músicos fajados en estas lides ni caso y ante esta indiferencia el energúmeno monta en cólera y empieza a despotricar montando un escándalo que llama la atención de la mayoría que sale del bar haciéndole corrillo e intentando apaciguarle; lo consiguen ; deja de llover; comienza la música  y el susodicho ante el ridículo obtenido y abandonado en su absurda causa se va a casa. Una vez más el de siempre monta el número, tiene su particular minuto de gloria, se pone en evidencia ante los demás y gracias a sus esfuerzos mantiene el sambenito del pueblo ante el resto de pueblos de la comarca.

Baltasar Gracián dijo en una ocasión “ Hay personas que discurren mucho en lo que nada les importa y nada en lo que mucho les convendría”. Esto lo estamos viendo todos los días. Personas que ven como de manera constante se les recorta derechos y prefieren la resignación y el mu como respuesta,  luego en el futbol, por un simple fuera de juego son capaces de guerrear hasta las últimas consecuencias. Esto no es nuevo. Por cierto, para adornar históricamente esta reflexión, un seis de octubre de 1925 el torero aragonés Juan Anlló, Nacional II, halló la muerte en Soria a consecuencia de un botellazo que recibió, como espectador, dos días antes en un tendido de la chata, solo por defender a su compañero y amigo, Emilio Méndez, que se encontraba en el ruedo lidiando al cuarto de la tarde. Una discusión absurda que derivó un suceso muy rentable para ciegos y otros artistas de la legua.  

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