Habíamos quedado a las nueve. La mañana no estaba especialmente fría, a pesar de una niebla persistente que teñía de gris la capital. Pusimos rumbo hacia Duruelo. Hasta Abejar la niebla se aferraba a las dehesas colindantes con la carretera, impidiéndonos ver a la, entonces, camuflada Sierra de Cabrejas. Una tímida cencellada adornaba el paisaje convirtiéndolo en una postal navideña. La trascendencia del momento me hizo recordar a Hermann Hese cuando dijo : “ ¡ Qué extraño es vagar por la niebla! Ningún hombre conoce a otro”. De nuevo, en el Pantano, la niebla hizo acto de presencia. Ya me veía haciendo filosofía en los términos que escribió Maughan “ El filósofo es el tipo que sube a la cumbre en busca de sol; encuentra niebla, desciende y explica el magnífico espectáculo que ha visto”. 

No hizo falta, el Sol ya se había comido a la niebla, y los colores , como el agua, fluían primaveralmente.  Dejamos el coche en la Fuente del Berro y desde allí iniciamos el ascenso al santuario de Urbión en alegre romería. Sí, la subida a Urbión, con la excusa de poner el Belén, es una Romería en toda regla en la que se mezclan  sentimientos y espiritualidades muy diversas, destacando, sobre todo el respeto y el amor a la naturaleza, la Pachamama, de los pueblos Andinos ; una acción de gracias por el agua que ha permitido forjar una cultura en torno al río de nuestra vida. Ya en la cumbre, entre la majestuosidad de los roquedales nevados que escoltaban al Pico, el numeroso gentío que se había dado cita, la camaradería que se respiraba, y el ambiente festivo recordé los versos de Gerardo Diego : “ Pero algo , Urbión, no duerme en tu nevero/ que entre pañales de tu virgen nieve / sin cesar nace y llora el niño Duero”. Como en Stonehenge estábamos celebrando la llegada del solsticio de invierno.

Tras el breve descanso en la cumbre, el descenso a la realidad devino rápido y fue cuando alguien preguntó genéricamente “ ¿ Os ha tocado la lotería?”. Navidad, dulce navidad.

Que la provincia de Soria es uno de los territorios más envejecidos de Europa no es una cosa que nos sorprenda. También, como bien sabemos los que vivimos por aquí, la provincia es una de las zonas menos pobladas del continente. El pasado domingo se publicó, en este periódico, un reportaje titulado “ Los abuelos de España”, que nos llevaba hasta La Riba de Escalote y nos mostraba una realidad que es común a la totalidad de los núcleos de población de la provincia. En el reportaje, el dato era contundente: la media de edad del municipio se eleva a los 76 años. Pero el dato más dramático no es el citado, lo terrible del asunto es que, de normal, sólo residen en el pueblo, 7 personas. ¿ Podríamos afirmar, con estos datos, que el Soriano y la Soriana, están en vías de extinción? El caso es que las administraciones públicas no hacen nada para remediar este problema. Probablemente por que no lo vean así, como un problema.

Un ejemplo es la Diputación Provincial de Soria, una institución residual , que en lo referente a la prestación de servicios públicos deja mucho que desear. En este sentido y siguiendo con el tema de los mayores, cuando éstos vean el momento de ingresar en un centro para que les atiendan y comprueben que su pensión va a redundar en incrementar el lucro de una empresa y no en mejorar los servicios que pagan, no es de extrañar que quieran acabar como el Señor Cayo ( el de la novela de Delibes). Una Institución, como la Diputación, no puede privatizar un servicio público tan importante para la población como el de las residencias de la tercera edad, y menos en los tiempos en los que vivimos, en los que las pensiones se van a convertir en un privilegio y el número de potenciales usuarios va ir in crescendo. Sólo los más pudientes se van a convertir en usuarios. Como no se establezca una política de mínimos en lo público, el Estado Social desaparece. En una calle de la capital hay un graffiti muy revelador que reza: “Vuestra cara, es nuestra cruz” ¿ Lo entienden sus Señorías?

Lo más parecido a una despedida de soltero, o soltera, es una cena de navidad extra familiar.  No deja de ser otra despedida, en este caso del año. Dentro de éstas, las de trabajo son las que más juego dan, ya que la confraternización desinhibida puede acabar como el Rosario de la Aurora. Ya saben, “bailes, gritos y canciones, carreras y sofocones”. Con el calendario en la mano es lo que toca. Una vez que hemos dejado la temporada de las setas, llega la época de las cenas. Me dicen, desde foros muy acreditados, que este año las cenas de navidad ( supongo  también que con su variante matinal de las comidas) se reducirán en un 30%. No es de extrañar, por otra parte,  viendo como está el patio. Parece ser, que parte de la culpa de este descenso se debe a la supresión de la paga de navidad con la que el Gobierno de Rajoy  ha castigado a los empleados públicos de toda orden y condición. 

Teniendo en cuenta el gran número de servidores públicos que trabajan en Soria esta medida es crucial para avalar el descenso de las reservas. Lo curioso y sorprendente del asunto es que el catecismo neoliberal del gobierno tenga los arrestos de suprimir una medida que se instauró en el Franquismo más esplendoroso, haciendo de paso una interpretación muy sutil de la Ley de la Memoria histórica, suprimiendo un “símbolo” del Franquismo. Corría el 19 de Diciembre de 1944 cuando Girón de Velasco, ministro del Régimen y falangista, dictó una Orden por la que se establecía el pago de una semana de trabajo de gratificación para aquellos trabajadores que prestaban su trabajo en industrias no reglamentadas. Un año después se ampliaba con carácter general, siendo instaurada, esta paga,  para la función pública a través de un Decreto de fecha 16 de Diciembre de 1949. Como excepciones tiene la regla, hay alguno, que al son de campanillas y acordes otoñales va a recibir un complemento específico de cerca de 9000 euros, cantidad que bien puede perdonar una tradicional paga de Navidad. El resto, a joderse.

Como está visto que Papá Estado no está por la labor de sacarnos del pozo, al populacho no le queda otra que organizarse y buscar fórmulas de cooperación intrínsecas que colmen las necesidades colectivas, e incluso particulares, de los ciudadanos ( o mejor dicho, súbditos del sistema capitalista). Antiguamente, en la Soria Rural,  al igual que en otros sitios, el vecindario, bajo el mandato de la costumbre, emprendía trabajos comunales que la débil administración local apenas podía asumir, ni económicamente, y mucho menos con la infraestructura material y personal que requería el asunto. Muchos y muchas  recordarán, por poner un ejemplo, como los vecinos acudían a hacer el hoyo al cementerio cuando uno de sus paisanos fallecía. De hecho, en muchos de nuestros pueblos, en donde hay gente, se sigue haciendo. Veredas , Regaderas, Hacenderas.. Independientemente de su denominación, eran trabajos comunales que se desarrollaban para beneficio de la comunidad, no exento de penalidad para aquél que se escaqueaba. Desde arreglar las cercas de la dehesa boyal, hasta limpiar el lavadero o simplemente adecentar, cada uno, su trozo de calle. Eran otros tiempos y las necesidades otras bien distintas. Tiempos de horno comunal, lavadero público, trasnocho al candor de la lumbre del hogar y teleclub en blanco y negro. 

Hace unos meses tuve la oportunidad de descubrir como las gentes de Torlengua ( pueblo rayano con Aragón, a 54 Kms de la capital y activo dónde los halla) habían recuperado un espacio del pueblo, una plaza ( el lugar donde reunían a las cabras para ser conducidas por el dulero a los pastos), poniéndose la buena voluntad, el sentido de pueblo y altruismo por montera. Los tiempos aprietan y no sé si estas iniciativas son la solución para salir del fango en el que estamos metidos, pero lo que sí que tengo claro es que recuperan el sentido del concepto de vecino y de comunidad, haciéndonos huir de la entelequia administrativa.

Se fue en los años sesenta. A los doce años las cosas se las pusieron muy claras: de pastor o a buscar  la vida fuera del pueblo. No tuvo duda, el hambre es buena consejera y siguiendo su mandato se hacinó, junto a sus tres hermanos mayores y un matrimonio de Albacete, en un piso de la calle Tallers de la Ciudad Condal. Desempeñó muchos trabajos, la mayoría precarios. Al final, consiguió el traspaso de un bar, que posteriormente convirtió en restaurante, comenzando de esta manera su particular emporio. En la actualidad tiene una docena de restaurantes dispersos por todo Barcelona. Como él dice : “ todo se lo debe a los catalanes”. Uno de sus hermanos, el mayor de todos, incluso, formó parte de una candidatura que CIU  presentó a un ayuntamiento del Maresme. Esto también le ayudó mucho.

Cuando llegaba la fiesta del pueblo ( el que lo vio nacer) parecía al indiano, que tras muchos años, volvía a demostrar a sus congéneres lo bien que le iba la vida, no sin antes dar lecciones magistrales de todo. Gustaba de sacar el pendón y subastar las cuatro banzas de la Virgen; sí había alguna autoridad invitada se ajuntaba a ella con el ánimo de salir en la foto. En el pueblo le llamaban “el Catalán” y en Barcelona “ el Sorianillo”. Ahora está a punto de jubilarse. Nunca había votado en las elecciones autonómicas ( las Catalanas). Era como sí la fiesta no fuera con él. El pasado domingo le vio las orejas al lobo y sintió la necesidad de involucrarse ejerciendo su derecho al voto. Ciertamente estaba desconcertado, le habían llenado la cabeza de tanta independencia y soberanía que no soportaba la idea de una frontera en los Monegros ( cosas suyas). Aún así tenía sus dudas. Uno de sus nietos le comía el tarro para que se decidiera por una propuesta soberanista, concretamente la de Ezquerra. Lo que sí tenía claro es que si las elecciones se hubiesen celebrado en su pueblo ( el que le vio nacer), tal como estaban las cosas, su decisión habría sido votar por la independencia. Al final no pudo votar al perder el carné de identidad. 

Siempre ha existido la dualidad campo-ciudad, o si queremos decirlo de otra manera, lo rural frente a lo urbanita. En estos tiempos de globalización esa dicotomía tiende a diluirse no sin presentar alguna diferencia considerable. Generalmente lo rural se ha visto, por los urbanitas, con cierto desprecio y prepotencia. Sólo hay que echar un vistazo a películas como “Vente pa Alemania Pepe”; “Los Tramposos”, con la escena del timo de la estampita ; o “ Cateto a babor”. No, sin olvidar, la saga del gran Paco Martínez Soria. Lo cierto es que en esa época del Desarrollismo ( años 60 y 70), la huída del campo a la ciudad ( alentada por los poderes fácticos), dejaron nuestros pueblos como verdaderos solares. Y sobre todo en nuestra provincia bien podríamos decir : “ de esos polvos vienen estos lodos”. Recuerdo como el día de la fiesta, los del “ éxodo rural” volvían a pavonearse y a fardar sobre la vida que llevaban en la gran ciudad. Todo ello para envidia de los que se habían quedado, alimentando, más si cabe, su complejo de inferioridad. La metamorfosis era espectacular, sobre todo en las muchachas, que se marchaban hechas unas Gracita Morales y volvían transformadas unas Brigitte Bardot, ocultando, naturalmente, las penurias por las que tenían que pasar al constituir la nueva mano de obra barata. Hoy las cosas han cambiado. 

Lo rural como cultura está desapareciendo. En cambio se está poniendo de moda una nueva concepción de lo rural como alternativa a la vorágine insolidaria, egoísta y antinatural que representa lo urbano. En estos tiempos en lo que todo se pretende convertir en espectáculo, lo rural tampoco escapa de esa tendencia. Sólo basta ver a esos reporteros de “ España Directo” retransmitir alucinados la puesta de un huevo por una gallina, o como los medios ensalzan, hasta los altares del Nóbel de economía, la visión crítica, acertada y absolutamente normal de dos abuelillos de provincias, paradigmas de una cultura rural, que desgraciadamente está desapareciendo. 

Hoy toca Huelga, Huelga con mayúsculas. Nadie puede decir que no hay motivos para tomar la calle y ejercitar el derecho fundamental de la huelga. Probablemente sea la ocasión en la que más justificación tenga el ejercicio de este derecho desde el año 78. Si la ciudadanía no responde masiva y contundentemente ante estas convocatorias, el Estado Social se va al garete.

Hay unas frases, que en su día mi madre me dijo, que no puedo quitarme de encima y que me han servido de acicate para afrontar ciertas situaciones comprometidas y salir de estados de ánimos depresivos. Hace unos años, siendo niño, en la puerta del colegio había unos señores repartiendo entradas para el Circo Ruso de Angel Cristo. Yo me puse a la cola, pero todos los niños de atrás, unos a lo zonzo y otros con descaro , se me colaron, hasta el punto de quedarme sin entradas. Fue en ese momento cuando mi madre dijo : - O espabilas o se te comerán la tortilla - continuando diciendo con cierto enfado - ¡ Dios, qué poca sangre tienes!- Esto último realmente me hirió en mi orgullo, y a partir de ese momento procuro tenerlo presente. 

No podemos permitir que se nos coman la tortilla  y, por tanto, debemos demostrar a nuestros compañeros gobernantes que por nuestras venas circula algo de sangre Jacobina, exigiendo que se cumplan las máximas de nuestras reglas de juego, esto es : Vivir en un Estado Social , Democrático y de Derecho, en el que como valores supremos del ordenamiento jurídico debe prevalecer la Justicia, la Igualdad, la Libertad y el Pluralismo Jurídico. Sin olvidar un aspecto sumamente importante como es que la Soberanía Nacional reside en el Pueblo del que emanan todos los poderes. Lo dicho se recoge en el artículo primero de la Constitución, mancillado y devorado, curiosamente, por poderes cuyo fundamento está en el pueblo. La cifra la dio este periódico hace unos días: En 1.500 hogares sorianos ninguno de sus miembros está trabajando; el 40% de los desempleados de Soria no cobra ninguna prestación. ¿ Nos cruzamos de brazos?

“Queridos niños, érase una vez un pueblo muy pequeño, muy pequeño, cuya existencia era muy poco conocida dentro del gran condado al que pertenecía. Este condado, de gran extensión, era conocido en el resto del mundo por sus grandes castillos y por la abundancia de leones, sobre todo en su parte noroccidental. Los habitantes del pueblecito vivían en un permanente olvido por parte del Conde y de sus consejeros, los cuales se apropiaban sin ningún tipo de pudor de sus montes frondosos , de la abundante caza que en ellos habitaba y otros productos silvestres muy reconocidos, no sólo en el condado, si no también en el resto del Reino, que por supuesto, como podéis imaginar, también desconocían de la existencia del pueblecito. Los habitantes del pueblo, un día, decidieron mandar a unos representantes a hablar y a quejarse del abandono que estaban sufriendo; y sobre todo, a ver sí les podían arreglar los viejos caminos e incluso a qué les hicieran otros nuevos, con el fin de que gentes de otros lugares pudiesen venir sin problemas a conocer y mercar con ellos.Pero estos representantes, viendo como se vivía en la capital del condado y en la capital del reino, dieron de lado a sus paisanos y decidieron quedarse con el Rey y con el Señor Conde, a cambio de una vida mejor, llena de privilegios, riquezas y otras prebendas. Con el pasar de los años, las carreteras y los nuevos caminos llegaron. Pero fue tarde, por que los habitantes de ese hermoso lugar, hartos del olvido del Señor Conde, abandonaron el lugar que les vio nacer y se marcharon en busca de prosperidad a otras tierras. Colorín colorado.”

 P.D: Este cuento se lo dedico al Señor Director General de Turismo de la Junta de Castilla y León por su gran disertación en la clausura del Soria Gastronómica, al aseverar que no había relación directa entre el desarrollo turístico de la provincia y las infraestructuras viarias y ferroviarias que atesoramos. Se quedó tan ancho. Es por ello por lo que no dudo de su buena intención y sobre todo de su preparación.

Tenía la plena convicción  de que el Oso Panda sólo lo podíamos encontrar en un zoo o en su hábitat natural, las regiones montañosas de China. Pues no. Hacía mucho tiempo que no me daba un garbeo por la noche soriana y el paisaje que me encontré, cuanto menos, fue pintoresco, con Osos Pandas babeando ante sus impasibles presas. El Oso Panda al que me refiero es un varón madurito, mas cerca de los cincuenta que de los cuarenta, bien vestido, con cierta papada y protuberante barriga, gin tonic en copa de balón y embalsamado en colonia de marca que le ha regalado su mujer por el día del padre. La presa suele ser una chiquita mona, despampanante, mucho más joven que el pretendiente, siendo en muchas de las ocasiones la propia camarera que le ha servido la copa. El Oso Panda suele salir en grupúsculos de varios machos, los cuales sin ningún tipo de reparo y ostentosidad  comentan la jugada con risotadas orgullosas. 

Este personaje a medida que va pasando la noche y la ingesta de gin tonic va ganando en autoestima, convirtiendo el cortejo en un monólogo de fanfarronería zafia y barroca. De normal las sufridas mozas no suelen aguantar la brasa más de diez minutos. Alguna hay, como la protagonista de la escena que presencié en la noche del viernes, que tiene el valor suficiente, después de aguantar la justificación de los presupuestos de la Junta de Castilla y León para Soria, partida por partida, de mandar al cargante a su casa bajo el redil de su señora esposa, no sin antes secarse los litros de babas que tuvo que soportar. No es extraño, por otra parte, confundir a esta especie con otra que suele proliferar en fiestas de pueblo pequeño con la intención de montar gresca y poner en evidencia todo lo programado, aun cuando en su pueblo lo único festivo existente es la procesión del santo. Este jabalí de turno suele aplacar su bravuconería, solamente, si la orquesta o el grupo contratado cuenta con buena moza que enseñe cacha, de lo contrario toca las pelotas hasta que lo echan al pilón. 

Siempre he pensado que el otoño es la estación que mejor refleja la idiosincrasia Soriana. Es decir, la estación que mejor casa con nuestro carácter (si es que tenemos). El caso es que algo debe tener este equinoccio para que el turisteo se prodigue por nuestras olvidadas lindes. El dato es bien claro, durante el puente del Pilar la ocupación hotelera ha sido del cien por cien. Las hospederías, hoteles, fondas, casas y alguna que otra pensión de patrona de bata de guata, petadas; y eso que el tiempo no ha acompañado mucho, ¿o sí? Digo esto por que la gente, probablemente, busque lluvias melancólicas, los primeros leños en el hogar, suelos abrigados de hojas, tardes que se adormecen , bosques donde se encuentran todos los colores de la vida y que constituyen la excusa perfecta , con el asunto de las setas, de besar a la madre naturaleza, y  si esto lo aderezamos con la sombra alargada y lírica de los poetas acogidos, no es de extrañar que se haya encontrado el reclamo perfecto para que seamos visitados por gentes que tienen la necesidad de huir de su día a día. 

Ahora bien, esto hay que mantenerlo y trabajarlo, demostrando que la flauta no sonó por casualidad. Por eso, hechos como los sucedidos en la Laguna Negra  el pasado fin de semana, hay que prevenirlos y evitar que sucedan. Hay que tener un Plan B. Estamos de acuerdo que no pueden producirse atascos urbanitas en plena naturaleza, máxime cuando hace poco tiempo se hizo una pista alternativa para evitar lo que se produjo.  La imagen que se llevaron los visitantes involucrados en el colapso automovilístico puede ser demoledora para nuestros intereses turísticos. Cierto también que a la mejor puta se le escapa un pedo. Pues eso, a apretarse los machos, que dentro de quince días viene otro puente y tenemos mimbres suficientes, con el tema de las ánimas y Bécquer, complementado, si el tiempo acompaña, con las preciadas setas, para que los visitantes no se vean defraudados en la búsqueda de su particular Balada de Otoño.