Virgencita, virgencita...
El 20 –N del 2011 ya es historia. Atrás han quedado las últimas elecciones del siglo, que al igual que bodas, partidos Barça- Madrid y viceversa, y alguna que otra corrida de toros, han absorbido el interés de los medios, hasta elevar el evento (imprescindible y necesario) a la categoría de espectáculo. No es para menos. Hoy , en cambio, la realidad es otra. Estamos en el día después, en el momento del “ahora qué”, en la última secuencia del “Bienvenido Mister Marshall” , en la que de manera magistral, Berlanga, retrata la vuelta a la sórdida realidad, donde se ve como los vecinos del pueblo, resignados a su suerte, recogen los bártulos del sarao, una vez que la nube de la ensoñación les ha dejado tirados en el presente del día a día, desinflándolos de sus esperanzas.
No creo que seamos tan incautos si pensamos, y menos en esta provincia, que el tío Rajoy nos va resolver todos los problemas que arrastramos y que nos va devolver al limbo del bienestar y de la certeza. ¿ A caso se va a recuperar el turno de tarde en Norma, o se va a parar la despoblación con la llegada de los populares? Estoy seguro que las cosas van a seguir igual ( ya lo cantó Julio Iglesias, curioso profeta).
Honrando a la patrona de los músicos, Santa Cecilia, festividad que se celebró ayer, habrá cambiado el director, pero la partitura, la batuta y la orquesta son las mismas. De momento su Señoría Pardo, a la sazón presidente de la Diputación, entidad que a tenor de los resultados puede respirar tranquila, adelantó que el nuevo Gobierno no va a retomar el PAES. Una vez más, resignación habemus. ¡Qué le vamos a hacer! Como se suele decir por estas tierras, “virgencita, virgencita que me quede como estoy”. Sólo bastaría acabar con lo ya empezado y darle la utilidad y la eficacia programada con continuidad inmediata: Llenar de empresas el polígono de Valcorba, finiquitar las autovías programadas, terminar la macro cárcel, impulsar el transporte por ferrocarril… y sobretodo evitar, en la medida de lo posible, practicar el deporte favorito entre administraciones, poner zancadillas. Ya estoy pecando de incauto y ejerciendo de lechera de cuentos chinos, al contrario que nuestro Alcalde, que visto lo visto, podría, en un futuro cercano, probar mieles de enjambres más altos. Ya lo dijo el Presidente en funciones : “ Es el mejor Alcalde que tenemos…” Claro, que viniendo de donde viene…