Ganamos un presidente, perdemos un diputado.

De aldea en aldea...
21/12/11
José Ángel de Miguel Pérez
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A tenor de lo publicado en la última semana, la gran noticia ha sido el nombramiento del nuevo presidente del Congreso de los diputados y a la sazón de las Cortes Generales, el soriano, Jesús Posada Moreno. Todo dios hablando y escribiendo de lo mismo. Un servidor no va ser una excepción.  Las reacciones  al respecto, por parte de los politiquillos locales y gran parte de la ciudadanía de a pie, son de congratulación entre incondicional y escéptica, según del barrio del que provengan,  por tener a un preboste paisano dirigiendo la institución más importante del Estado. Muchos, incautos ellos y ellas, tienen la esperanza de que el nombramiento del ínclito va  a  ser un revulsivo para los intereses de la provincia. Desde luego que ahora es una ocasión muy propicia para demostrarlo tras la pachorra política contrastada en los tiempos pasados por el susodicho. Hay un momento en las bodas, cuando se da la enhorabuena a los novios, que se dicen frases llenas de solemnidad,  que de verdad son para enmarcarlas. Entre estas frases podríamos encontrar una que viene al caso: “ Pierdo un amigo, pero gano a un cuñado”. Pues eso, perdemos un diputado, pero ganamos un presidente. Menuda diferencia, donde va a parar.

 

La realidad es que la figura del Presidente del Congreso, sin denostar su carga institucional, poco puede decidir sobre las inversiones a ejecutar en la tierra chica que le vio nacer y prosperar . Más bien todo lo contrario. En este tipo de cargos lo que prima es la mesura, la neutralidad, la moderación, el equilibrio ; y sí antes no se han mojado, cuando lo han tenido todo de cara, ahora, en los tiempos que vivimos, menos. No olvidemos que en el Congreso la función primordial es hacer Leyes , no ejecutarlas, que es donde está el meollo. Hay que darse cuenta que en este sistema “parlamentario”, de corte presidencialista, el que maneja los hilos del teatrillo, a instancia de otras fuerzas, es el Presidente del Gobierno, que pone y quita a su antojo, y al que nadie, por lógica política le va a rechistar. Es como si estuviéramos jugando al Fútbol con reglas de Baloncesto. Por cierto, hablando de Baloncesto, ¿ han observado el gran parecido entre el señor Posada y el baloncestista Fernando Romay?  Un personaje que ha sabido mantenerse en el candelero gracias a su bonhomía, su comodidad en el trato, su templanza; y que como jugador era prácticamente imposible sacarlo de la zona. 

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