Esperpentos y miedos.

De aldea en aldea...
1/2/12
José Ángel de Miguel Pérez.
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Los últimos acontecimientos acaecidos en dos de las empresas más potentes de la provincia, Norma y Huf, son un claro ejemplo del esperpento generalizado en el que se ha convertido el mundo laboral de nuestro país. Por un lado nos encontramos con empresas cuarteleras, que amparándose en el “factum principis” y  el  “ Ius Variandi” que le otorga el ordenamiento jurídico , son capaces de atemorizar a los trabajadores con cuentos muy viejos y de sobrada eficacia para los intereses empresariales. Independientemente de valorar la legalidad de las actuaciones de las empresas, lo que veo claro es la falta de moralidad que adolece gran parte del mundo empresarial, un verdadero leviatán capaz de destruir todo lo que le estorbe para conseguir el ansiado beneficio, todo ello con la connivencia del mundo financiero y los convidados de piedra públicos. De esta manera el trabajador atemorizado, manipulado e indignado difícilmente va a poder salir del lodo  en el que está naufragando.

 

Lo sucedido en Norma durante los últimos días bien podría formar parte de un sainete tragicómico, cuyo director de escena ha perdido los papeles y sin ningún argumento racional, tan solo con la testiculina del beneficio como fundamento, pretende salir airoso como el capitán del Costa Concorcodia. ¿ Dónde queda la dignidad de los trabajadores ante estás barrabasadas? Por otro lado los trabajadores también tienen lo suyo. En esta ocasión me refiero a los trabajadores de Huf del Burgo de Osma, los cuales por mayoría acordaron acogerse a las medidas restrictivas que les ha impuesto la empresa. Posteriormente, la mayoría del comité de empresa, con la excepción del sindicato CGT , refrendan el acuerdo con la empresa. El sábado pasado, cual es mi sorpresa, que aquellos que se doblegaron sin contemplación a las pretensiones de la empresa, a toro pasado, y hasta con cierto boato, se manifiestan pidiendo más negociación, solicitando a la sociedad que les apoye ante la gran injusticia que supone la pérdida de derechos; pérdida que anteriormente han firmado. Ante este delirio esquizoide el ciudadano de a pie no es de extrañar que flipe. Tan sólo recordar las palabras de Robert Louis Setevenson “ En realidad, uno no sabe que pensar de la gente. Si son idiotas en serio, o si se toman a pecho la burda comedia que representan en todas las horas de sus noches y sus días”. El miedo impide luchar, aunque sí aparentar. Cruda realidad.

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