Veintidós años después.

De aldea en aldea...
16/5/12
José Ángel de Miguel Pérez
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Los años pasan, no sé si en balde o en palangana, pero el caso es que pasan. Corrían los albores de la década de los noventa cuando seis chavales decidimos dar el salto al mundo de la farándula y recorrer casi todos los pueblos de la provincia ( y parte del extranjero; como nos gustaba decir) de fiesta en fiesta. Eran los años en los que la gaita ( dulzaina en otros territorios) empezó a recobrar el protagonismo que había perdido en las fiestas y en los actos sociales de la provincia. Eran , también años, en los que el autonomismo, conscientemente o inconscientemente, hizo que las generaciones emergentes miraran a la tradición con un afán de encontrar algo de identidad. Primero fueron los Gaiteros de la Calle Real, los verdaderos impulsores de la gaita, el tamboril y el bombo, en la mayoría de las fiestas de la provincia, y los que abrieron un camino que de momento no tiene retorno ; luego seguimos nosotros, los Triato Ta Tria ( los Tariro Tariro como nos llamaba algún Alcalde), los Gaiteros del Común, los Gaiteros de Pedraza, los Gaiteros de Santa Bárbara, los de la Falda del Castillo, Los Dulzaineros de San Esteban, los Gaiteros Doce Linajes, los Gaiteros de Soria, los Hermanos Mateo. Todos con un estilo muy particular, pero sin perder la herencia dejada por los Cesáreo Martín, Justino Flores, Nicolás Lagunas, Félix Cabrerizo, Andrés Cabrerizo, Jesús Barranco, Santos Encabo ……. Después, con el milenio, vinieron más; y todos con un denominador común, hacer fiesta y ser embajadores de la tradición. De esta manera se revitalizaron y resurgieron tradiciones, liturgias y ritos que en muchos casos estaban en el rincón de la memoria. 

 

El próximo sábado, en el Casino, escenario provinciano donde los haya, rememorando ambientes de antaño, sacaremos de las entrañas de la Gaita y el Tamboril los sones que hemos llevado por todos los rincones de la provincia y que han servido para amenizar esas Dianas, Gallofas, Roscas, Pasacalles, Procesiones, Bodas, Bailes, Calderetas….. que forman parte de nuestro patrimonio inmaterial.

Después de veintidós años son muchas las vivencias y muchos los recuerdos que aflorarán, reafirmándome en esa teoría que propugna que el ser Gaitero es una filosofía de vida. Aparecerán la ironía y la socarronería características, básicas para poder lidiar con el personal y expresar de nuevo lo de “ perras al bolsillo, trastos al furgón”.  

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