Del género tonto.

De aldea en aldea...
11/7/12
José Ángel de Miguel Pérez
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Como mucha gente  también, durante la semana de celebración de los “sanfermines”, desayuno viendo los encierros. Siempre he sentido una gran atracción por el toro bravo, y cuanto más grande es el animal, más. Ya de pequeño, en los veranos que pasaba en Cirujales del Río, esperaba con cierta impaciencia la llegada del atardecer, momento en que llegaban, por las calles estrechas del Traspozo, las vacas atusadas por algún mozo de pueblo dirección a la plaza del pilón. Los más pequeños, subidos en las tapias de los corrales que circundaban el recorrido, manteníamos la respiración cuando llegaba el semental comunal. Después todos a casa. 

A diferencia de los encierros  cotidianos de los pueblos, en  los de Pamplona, entre muchas cosas, hay mucho botarate que egoístamente pone en peligro su vida sin otro  fundamento que salir en las fotos y contarlo allende los mares. Ojo, no critico al que interioriza el sentimiento de pugna entre corredor y morlaco, incluso el que intenta encontrar, como el windsurfista, la carrera perfecta. Yo me refiero al camicace que cargadito de avellanas se expone ante un peligro que le han vendido como una atracción de feria. Estos mismos son los que son capaces de subirse a la Plaza de la Navarrería y tirarse en plancha desde la fuente para que los de abajo tengan la delicadeza de cogerlos antes de catar asfalto; o los mismos que en presencia de espectadores se abrasan los huevos con el gancho de la lumbre. La Fiesta, en lo que tiene de desinhibición permite aflorar, en algunos casos , unos comportamientos anormales y alejados de todo sentido. Mi  abuelo a estos fanfarrones revientafiestas los calificaba como gentes del “ género tonto”. El ejemplo los pasados Sanjuanes, un individuo, mayor de edad y “ sin gota sed” se sube a una farola; ésta se ringa y machaca a los que están debajo. “En realidad, uno no sabe que pensar de la gente, si son idiotas en serio, o si se toman a pecho la burda comedia que representan en todas las horas de sus días y sus noches” ( Stevenson)

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