Una de Administraciones, Públicas.

De aldea en aldea...
20/3/13
José Ángel de Miguel Pérez
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“Y el profesor preguntó – Pablito, ¿ Quién es la Administración Pública? – A lo que el niño contestó-La Administración Pública es nuestra madre que está en los cielos, que premia a los buenos y castiga a los malos.”

No cabe duda que las Administraciones Públicas, en contra de lo que establecen sus propios mandamientos, están muy alejadas, por lo menos en su percepción, de los administrados a los que debe cobijo. En los tiempos que vivimos las administraciones públicas no pasan por tener buena prensa. La razón fundamental es que han dejado de estar ( si alguna vez lo han estado ) al servicio del ciudadano, convirtiéndose en  un instrumento  del poder establecido. De hecho, y eso lo dice la ley , y por tanto es legal, los distintos gobiernos, estatal, autonómico y local, dirigen sus respectivas administraciones, pero no para el beneficio del interés general, sino para salvaguarda de sus intereses generales, cosa bien distinta. 

No hay que pensar que a las administraciones se les exige mucho. Tan sólo se les exige “ cuatro” máximas que se resumen en lo siguiente:  que respeten la legalidad, que sirvan con objetividad a los intereses generales, que actúen de acuerdo a los principios de coordinación y cooperación, que sean cercanas a los ciudadanos y no los mareen con la flagrante burocracia, y sobre todo que sean eficaces y eficientes. Lo de la responsabilidad administrativa lo dejamos para otro día, al igual que el concepto de respeto debido a los ciudadanos. Ejemplos tenemos para parar un tren, pero ha sido la paralización de las obras del Banco de España la que ha copado en estos últimos días la sarta de incumplimientos que venimos sufriendo, argumentando, esta vez, una modificación del proyecto. Vamos, que no lo tienen claro. Esto debe ser lo que llaman eficacia y eficiencia de la administración. Mientras, no se les ocurra tirarse un pedo en la calle que la administración de turno les sancionará por atentar contra el medio ambiente, y el peso de su ínclito poder sancionador, en este caso, se les aplicará en todo su rigor.  

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